El
término opinión pública es en realidad más antiguo de lo que inicialmente
se piensa. Es un término que ha tenido y tiene una variedad muy grande de
definiciones, a tal punto que hace más de treinta años el profesor Harwood Child
había encontrado, después de una copiosa recopilación, que se manejaban
cincuenta definiciones en la literatura especializada. Por ello, Phillips
Davison, profesor de la Universidad de Columbia en su artículo “Opinión
Pública” para la International Encyclopedia of the Social Sciences, señalaba
en forma pesimista que “no hay una definición generalmente aceptada de opinión
pública”. Pese a ello el término se ha utilizado con mayor frecuencia. El mismo
reconoce que los esfuerzos por definir el término han llevado a expresiones de
frustración tales como que la opinión pública “no es el nombre de ninguna cosa,
sino la clasificación de un conjunto de cosas”1. Algunos fueron más
allá, como Jean Padioleou quien irónicamente señalaba que a la “opinión pública
le ocurre como a los elefantes: puede ser difícil definirlos, pero es muy fácil
reconocer uno” o cuando sostiene que a “la opinión pública le sucede lo que al
diablo, debe existir puesto que pronunciamos su
nombre”2.
Muchas
de estas diferencias están sustentadas en el hecho que algunas definiciones
colocan el acento en relación con los marcos de referencias conceptuales en que
se sustentan. Por ejemplo:
• Desde
una perspectiva racional y voluntarista, Ferdinand Tönnies (1902) entiende:
“Opinión pública como conglomerado de puntos de vista, deseos y propósitos
diversos y contradictorios, y opinión pública como potencia unitaria, expresión
de la voluntad común”.
• Desde
una perspectiva mental-estereotipada, Walter Lippmann (1922) sostiene que: “Las
imágenes que se hallan dentro de las cabezas (...) de los seres humanos, las
imágenes de sí mismos, de los demás, de sus necesidades, propósitos y relaciones
son sus opiniones públicas”.
• Desde
una perspectiva liberal-democrática, Hans Speier (1950) entiende: “por opinión
pública (...) las opiniones sobre cuestiones de interés para la nación expresada
libre y públicamente por gentes ajenas al gobierno, que pretenden tener el
derecho de que sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o
la estructura de su gobierno”.
• Desde
una perspectiva crítica-normativa, Jürgen Habermas (1962) señala que: “Opinión
pública significa cosas distintas según se contemple como una instancia crítica
con relación a la notoriedad normativa pública, ‘representativa’ o
manipulativamente divulgada, de personas e instituciones, de bienes de consumo y
de programa”.
• Desde
una perspectiva sistémico-informativa, Otto Baumhauer (1976) sostiene que: “La
opinión pública es el producto del proceso transformativo de información
introducida en el sistema abierto de clima de opinión
pública”3.
• Desde
una perspectiva psicosocial, Elisabeth Noelle-Neumann (1974) construye una
definición operativa en la que sitúa la opinión pública como “las opiniones
sobre temas controvertidos que pueden expresarse en público sin
aislarse”4.
• Desde
una perspectiva de la ciencia política, Giovanni Sartori (1987) sostiene que la
opinión pública es ante todo y sobre todo un concepto político. Para el
investigador italiano la opinión pública es “un público, o multiplicidad
de públicos, cuyos difusos estados mentales (de opinión) se interrelacionan con
corrientes de información referentes al estado de la res
pública”5.
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